Conmovidos y sensuales
Los dedos lubricados
Se dejan empastar
Por el húmedo
y todavía áspero
cuerpo de la arcilla
Ya seducido
El cacharro en gestación
carnoso y cálido
Se va elevando
Y en su centro cóncavo
Se entrevé la utilidad
Del final del parto.
Y en la humilde actividad
Que remite a un mítico comienzo
Francisco va aprendiendo
El oficio del alfarero.
Terminada la cerámica
Y a la vista de un hermano
la quiebra,
la rompe en mil pedazos.
Y comenta,
como al pasar
"Estuve a punto de creer
que era eterno este barro"
Leyenda poética
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