El brillo armado condensaba el aire.
Los paños paternos no alcanzaban a cubrir el sueño.
La sala familiar convertida en trinchera:
Espadas erectas, exhibidas sin pudor, ordenadas en mutua comparación.
Un interior expectante, dispuesto a batallar. Exhibicionista de honores, rendidos a prepotencia. Caballeros se decían, y eran bravíos sin frenos Hombres que volvieron a andar en cuatro patas.
Francisco descubrió que todo brillo era un sueño.
Ya huido de los sueños dorados y de los brillos pasados, en la plaza pública, sin importar arma ni escudo, entregó a su padre los paños, los que llevaba puesto.
Desnudo y desatado, pudo decir por primera vez "Padre Nuestro"
Leyenda poética
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4 comentarios:
Parece lindo, pero es muy complicado de entender para un chico tan hueco como yo, pero se ve de que lo que plasmas en este blog es el reflejo de tu personalidad que aun no termino de conocer, un abrazo amigo.-
Erick!
no digas que es complicado para vos. Por ahí no me expreso del todo bien, tengo mucho que aprender todavía. Te mando un fuerte abrazo.
En lo enigmático también está el encanto y eso Edgardo Ariel lo refleja con honores.
Emo, mi amor... yo quise ser claro... jaja.
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